Hasta que un día… el cuerpo habló por ellas.
Habló en forma de dolor, cansancio extremo, hipersensibilidad, ansiedad, insomnio.
Y entre cada síntoma había una frase que nunca se dijo:
“Ya me cansé de cargar lo que no me corresponde.”
La fibromialgia no solo duele en el cuerpo.
Duele en el alma.
Duele donde no se ve.
Duele donde nunca te dejaron romperte.
Pero también enseña algo:
Que no es debilidad llorar.
Que no es egoísmo pedir ayuda.
Que está bien detenerte.
Que sanar empieza el día que te permites sentir.
Porque cuando callas lo que te duele… el cuerpo lo grita.
Y cuando empiezas a escucharte… poco a poco el cuerpo descansa.
La fibromialgia no define a nadie.
Pero sí recuerda algo poderoso:
El cuerpo habla… cuando el alma ya no puede más.
Y escucharte, cuidarte y soltar lo que pesa también es éxito.

💔 La fibromialgia: el dolor de todo lo que desconocemos
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