
No es de extrañar: los refrescos son los peores enemigos del hígado. Pero incluso las versiones “light”, repletas de edulcorantes artificiales, pueden alterar el metabolismo, promover la resistencia a la insulina y contribuir al desarrollo de la enfermedad del hígado graso.
Lo mejor es evitarlos por completo. Tu hígado te lo agradecerá.
Tu hígado se merece algo mejor. Trabaja incansablemente día y noche para mantener tu salud. Al evitar estos productos, le estás dando un verdadero respiro. Elige agua, infusiones naturales, alimentos crudos y coloridos como verduras, frutos secos, bayas y más, y haz un poco de ejercicio todos los días.
La mejor prevención es lo que comes. Tu hígado puede sufrir sin alcohol… pero también puede regenerarse si lo dejas respirar.
