Lava y seca los tomates, luego colócalos en bolsas para congelar. Ciérralas bien, eliminando el máximo aire posible antes de congelarlas. Este método funciona mejor con los tomates que usarás en platos cocinados más adelante.
5. Tomates secos para almacenar:
Corte los tomates en rodajas, sazónelos ligeramente y use un deshidratador de alimentos o el horno a baja potencia hasta que estén completamente secos. Guarde los tomates secos en recipientes herméticos o bolsas selladas al vacío.
6. Guarda los tomates con albahaca.
La albahaca emite compuestos naturales que pueden ralentizar la maduración. Guarda los tomates maduros junto con hojas frescas de albahaca en un lugar fresco y ventilado para que duren más.
