Cómo incorporar este hábito de forma sencilla
Ten un vaso o botella de agua en tu mesa de noche o en la cocina listo desde la noche anterior.
Al levantarte, bebe entre 1 y 2 vasos de agua a temperatura ambiente. No hace falta que sea helada; lo importante es que te resulte cómoda.
Espera unos 15–20 minutos antes de desayunar para que el cuerpo procese ese primer aporte de líquido.
Si lo prefieres, puedes añadir unas gotas de limón para dar sabor, aunque el beneficio principal lo aporta el agua en sí.
Este gesto tan simple, repetido todos los días, ayuda a que tu organismo empiece la jornada más ligero, hidratado y equilibrado.
