- Salmuera ligera : una hora en agua ligeramente salada ablanda la pulpa y realza el sabor.
- Leche o suero : en algunas recetas tradicionales, el pollo se remoja durante varias horas en leche para hacerlo más tierno y húmedo.
Los beneficios de este pequeño ritual
Limpiar el pollo antes de cocinarlo es un paso sencillo que marca la diferencia:
- La carne se vuelve más tierna y sabrosa.
- Los olores fuertes desaparecen.
- Reducimos la presencia de bacterias y residuos indeseables.
- El plato final es más “casero”, más natural y muchas veces más fácil de digerir.
Algunas precauciones a tener en cuenta
Aunque estas medidas sean eficaces, ciertas normas de higiene siguen siendo esenciales:
- Lave siempre el pollo en un recipiente, nunca directamente en el fregadero.
- Limpie inmediatamente la superficie de trabajo y los utensilios utilizados.
- Cocine la carne a un mínimo de 75°C para garantizar una cocción segura y evitar riesgos para la salud.
