Contaba sobre una noche de lluvia, cuando un hombre encapuchado irrumpió en la casa, le entregó un pesado bulto envuelto en tela y le dijo:
“Guárdalo, en lugar de la deuda de tu marido. Pero recuerda… este secreto te acompaña a la tumba.”
Cuando lo abrió, casi se desmaya: adentro había parte de un cuerpo humano y un sobre repleto de dinero.
El monto inicial eran unos cientos de miles, pero con el tiempo, esa gente seguía enviando más, como una forma de comprar su silencio. Ella no se atrevía a gastarlo, lo guardaba todo junto con aquella “prueba” maldita. Cada vez que lo veía, temblaba… pero no podía deshacerse de ello por miedo a que nos “desaparecieran” si salía a la luz.
La última página decía:
“Perdóname. Iba a llevarme este secreto conmigo, pero temo que algún día ellos vuelvan. Si eso pasa… llévate a nuestro hijo muy lejos. No regresen.”
Cerré el cuaderno, con el corazón desbocado. Recordé rostros y situaciones que antes no me parecían extrañas, pero que ahora cobraban un sentido siniestro.
Continua en la siguiente pagina
