¿Cuándo deberían los conductores mayores de 70 años considerar dejar de conducir?

Hacer:

Un examen de la vista anual es esencial. Si tienes dudas, actualizar la graduación de tus gafas o limitar la conducción a las horas diurnas puede ser suficiente. Pero a veces, es mejor dejar las llaves y tomar un buen taxi para mayor tranquilidad.

Memoria y reflejos: cuando el cerebro se ralentiza un poco

¿Olvidaste tu ruta? ¿Reaccionaste con demasiada lentitud ante una luz ámbar? No siempre son simples descuidos. El envejecimiento cognitivo puede provocar pérdida de memoria, dificultad para tomar decisiones rápidas e incluso confusión en la carretera.

Lo que necesitas saber:

La enfermedad de Alzheimer u otras formas de deterioro cognitivo pueden reducir la capacidad para conducir con seguridad. Es mejor hablar de esto abiertamente con su médico. Existen pruebas sencillas para evaluar los reflejos y la concentración.

Corazón y circulación: cuidado con problemas de salud inesperados

¿Un mareo leve y fugaz… que ocurre al conducir? Ciertas afecciones cardiovasculares, como los trastornos del ritmo cardíaco o la hipertensión, pueden causar mareos, dificultad para respirar o incluso desmayos.

Qué ayuda:

Revisiones regulares, un estilo de vida saludable y tratamientos adecuados. Y sobre todo: aprende a escuchar a tu cuerpo. Si no te sientes al cien por cien, deja el coche en el garaje, sin remordimientos.

Diabetes: Cuando los niveles de azúcar en sangre toman el control

No es algo en lo que necesariamente pensemos, pero un episodio de hipoglucemia puede provocar problemas de visión, dificultad para concentrarse… o incluso pérdida del conocimiento. Y puede ocurrir muy rápidamente.

El buen hábito:

Controle siempre su nivel de azúcar en sangre antes de conducir, tenga un refrigerio a mano e informe a sus seres queridos si siente que se va a desmayar.

Movilidad reducida: moverse es (también) seguridad

Girar el volante, pisar los pedales, comprobar los puntos ciegos… Conducir requiere una coordinación fina. Sin embargo, la artritis, el dolor articular o afecciones como la enfermedad de Parkinson pueden limitar el movimiento y ralentizar las reacciones.