3. Objetos que siempre fueron “suyos”
Quizás su taza favorita, su suéter viejo, sus gafas de leer o incluso la silla en la que siempre se sentaba. No son simples cosas; formaban parte de su vida diaria, y verlos puede evocar recuerdos significativos.
Aunque parezca más fácil deshacerse de las cosas rápidamente, considera conservar algunos de estos objetos. Suelen brindar consuelo más adelante y pueden transmitirse como reliquias sentimentales.
4. Fotos familiares, especialmente las que no tienen etiquetas
En medio de la confusión emocional, a veces tiramos viejos álbumes de fotos o cajas de “caras desconocidas”. Pero esas fotos suelen contener generaciones de recuerdos: abuelos, bisabuelos, momentos de la infancia que solo unos pocos recuerdan.
