Formular las reglas con calma.
Sea consistente y firme.
Hablemos de consecuencias , no de castigos.
Los límites bien explicados generan respeto, no miedo .
4. Sé un modelo a seguir
Los niños aprenden no de nuestras palabras sino de nuestras acciones.
¿Quieres respeto? Demuéstralo.
¿Quieres que te escuchen? Escúchalos tú también.
¿Quieres paz? No levantes la voz ni recurras a la agresión.
Tu conducta enseña más poderosamente que cualquier discurso edificante.