El silencio no es un rechazo, es un cuidado. Cuando eliges qué revelar y qué guardar para ti, proteges tu espacio emocional. No siempre se trata de desconfianza, sino de darte cuenta de que cada persona percibe, siente y reacciona de forma diferente. Y no todo lo que dices se entenderá como esperas.
El silencio también puede ser un refugio. A menudo aporta claridad, nos ayuda a evitar conflictos innecesarios y preserva nuestra paz interior.
Consejos finales:
• Ejercita el autocontrol emocional: no todo lo que sientes debe decirse de inmediato.
• Elige sabiamente con quién compartes: no todo el mundo está preparado para escuchar lo que quieres decir.
• Aprende a escuchar más y a hablar menos: el verdadero poder suele residir en la observación.
A veces el silencio nos protege más que las palabras. Al fin y al cabo, ¡tú eres responsable de tu propia paz!
