El secreto está en sus compuestos sulfurados, especialmente la alicina, una sustancia que se libera cuando el ajo es triturado o picado. La alicina posee potentes propiedades antimicrobianas, antifúngicas y antivirales.
Además de la alicina, el ajo contiene:
Ajoeno
Dialisulfuro
Alliin
Enzimas antioxidantes
Vitaminas C y B6
Manganeso, selenio y zinc
Estos compuestos trabajan juntos para combatir microorganismos invasores y fortalecer el sistema inmunológico.
Estudios científicos respaldan su eficacia antibacteriana
Diversos estudios han demostrado que el ajo puede eliminar múltiples cepas bacterianas, algunas incluso resistentes a antibióticos. Investigaciones publicadas en revistas como Journal of Antimicrobial Chemotherapy, Applied and Environmental Microbiology y Phytomedicine, han documentado la eficacia del ajo contra bacterias como:
Staphylococcus aureus (incluyendo cepas resistentes como MRSA)
Escherichia coli
Salmonella typhi
Helicobacter pylori (asociada a úlceras gástricas)
Pseudomonas aeruginosa
Listeria monocytogenes
Klebsiella pneumoniae
Bacillus cereus
Campylobacter jejuni
Mycobacterium tuberculosis
Enterococcus faecalis
Shigella spp.
Proteus mirabilis
