El brindis de la verdad: Una madre expone a su hijo y su nuera en su boda.

El matrimonio con Alondra era una farsa para obtener mi dinero. Su relación con Valeria era real, pero secreta hasta que tuviera los recursos para divorciarse y empezar una nueva vida. Después de la transferencia, esperaremos unos meses”, explicaba Marcus con una frialdad que no reconocía en mi hijo.

“Le diremos a mamá que Alondra y yo necesitamos espacio, que queremos vivir solos. Eventualmente la convenceré de que se mude a una residencia para personas mayores. Tiene 65 años. Es perfectamente normal. una residencia para personas mayores. Querían deshacerse de mí completamente. Escuché pasos acercándose y rápidamente me alejé, fingiendo que revisaba las flores del altar.

Marcus apareció unos minutos después, sonriendo, actuando como el novio nervioso pero feliz. Mamá”, me dijo besándome en la mejilla, “te ves hermosa. Ese color te queda perfecto.” Lo miré a los ojos, esos ojos que una vez habían sido los de mi niño inocente, y ahora solo veía a un extraño. Un extraño que había planeado meticulosamente cómo utilizarme y luego descartarme.

“Gracias, hijo”, respondí con la sonrisa más falsa de mi vida. “Estoy muy emocionada por tu día especial.” Marcus me abrazó y por un momento sentí el impulso de confrontarlo, de preguntarle cómo había llegado a convertirse en esta persona. Pero algo me detuvo.

Tal vez era el instinto de supervivencia o tal vez era que por primera vez en mi vida estaba viendo la situación con absoluta claridad. ¿Dónde está Alondra? Pregunté tratando de sonar casual. En el salón de preparación con las damas de honor, respondió Marcus. está un poco estresada, ya sabes cómo son las novias. Estresada. Si supiera lo que acababa de descubrir, estaría más que estresada.