En otras palabras, la presencia de este aditivo hace que las carnes procesadas y las comidas congeladas posean sabores más frescos y “con ganas” de seguir comiéndolas.
El GMS “engaña” a nuestro cuerpo haciéndonos creer que la comida sabe mejor, más sana y más rica en nutrientes.
El glutamato de sodio E621 viene en forma de polvo cristalino blanco, y es muy similar a la sal y el azúcar. También se puede encontrar en forma líquida.
Tiene el sabor como de una sopa de carne y se puede añadir a cualquier alimento para mejorar su sabor. El glutamato de sodio hace que se incrementen los antojos, y conduce a comer en exceso y a la obesidad.
El GMS estimula las células del cerebro de la misma manera que lo hacen las drogas, creando así una sensación de adicción. Es fácilmente absorbido en la sangre y el cerebro, lo que provoca un cambio en los genes responsables del sentido del gusto.
Entre los efectos más comunes del GMS se encuentran dolor torácico, sudoración, náuseas, fatiga, entumecimiento de boca y garganta, palpitaciones cardíacas, sensación de ardor en cuello o antebrazos, dificultad para respirar, inflamación de la garganta, ansiedad e inclusive deseo de continuar comiendo el producto. Todo ello es también conocido como el “síndrome del restaurante chino”.
La comida china que se ofrecen en buffets y restaurantes suelen contener GMS para resaltar el sabor de los alimentos. Si bien pueden consumirse con moderación, hay personas quienes son sensibles a este aditivo y sufren, en consecuencia, de una afección llamada Síndrome de la comida china.
Los síntomas son muy similares a los mencionados anteriormente, por lo que si se ha padecido de alguno de ellos tras ingerir alimentos procesados, lo recomendable es consumirlos esporádica mente.
