Imagina la escena: anochece en tu cocina michoacana, cortas una cebolla fresca y el aroma picante te hace llorar… pero de felicidad. Las cáscaras doradas crujen entre tus dedos, el agua hierve y de pronto sube un vapor terroso, cálido, reconfortante como abrazo de mamá. Tomas la taza humeante, sorbo lento, amargo suave que baja… y ¡pum! Esa presión pélvica se afloja, la vejiga se calma, y por primera vez en meses duermes corrido hasta el amanecer.
¿Y si lo que tiras a la basura –las cáscaras de cebolla– guardara el elixir que las abuelas zapotecas juraban por su próstata? En México, donde más del 50% de hombres mayores de 50 padecen noches rotas y baños eternos, este té ancestral es oro volcánico. Don Luis de Guadalajara lo probó… y volvió a viajar sin miedo. ¿Noches interrumpidas te roban la vida? Quédate, porque nueve beneficios te liberarán. Primero, entendamos al enemigo silencioso…
