En el aeropuerto, un multimillonario llevaba las maletas de su amante como un caballero. Luego entró su esposa con números de cuatro dígitos…

Clara retrocedió instintivamente, y el brillo de su rostro se transformó en miedo. No se lo esperaba. Pensó que estaba entrando en el futuro de Richard. En cambio, se había topado con su condena pública.

Al menos uno de los chicos señaló a Richard. “¿Papá?”, preguntó de nuevo, esta vez más fuerte. La inocencia en su voz atravesó a Richard como una cuchilla.

Elena se inclinó, abrazó al niño y susurró: “Hoy no, cariño”.

Las palabras resonaron en la cabeza de Richard, más fuertes que los flashes de las cámaras, más fuertes que la voz temblorosa de Clara al llamarlo.

“Elena, espera, por favor”, dijo Richard, dando un paso al frente. El personal de seguridad le bloqueó el paso de inmediato.

Los periodistas se abalanzaron sobre él, gritando preguntas:
“Señor Hale, ¿está negando la paternidad?”

“¿Es su esposa? ¿Sus hijos?”

“¿Quién es la mujer que lo acompaña?” Richard intentó responder, pero no le salió nada significativo. Se le hizo un nudo en la garganta, sus disculpas se vaciaron antes de que pudieran salir de su boca.

Entonces Elena habló, con voz serena pero atronadora. «Soy Elena Hale. Y estos», señaló a los cuatro chicos que se habían aferrado a ella, «son los hijos olvidados de Richard».

Suspiros resonaron entre la multitud. Los teléfonos captaron cada segundo, cada sílaba. El rostro de Clara se sonrojó.

Richard extendió la mano desesperadamente, pero Elena no lo dejó terminar. Se giró hacia los guardias y dijo con firmeza: «Por favor, sáquenme a mí y a mis hijos».

Los guardias obedecieron no al multimillonario, sino a la mujer, cuya silenciosa dignidad había silenciado toda la terminal.

Richard se quedó paralizado mientras su esposa e hijos se alejaban en el cegador destello del relámpago. La mano de Clara se soltó de la suya, y un momento después ella también desapareció entre la multitud.

Por primera vez en su vida, Richard Hale se dio cuenta de que estaba completamente solo.

Días después, el escándalo del aeropuerto acaparó todos los titulares. Fotos de Elena con los niños en brazos, sus palabras sobre los “niños olvidados” y el silencio atónito de Richard se repitieron sin cesar en televisión y redes sociales. Los inversores

Pánico. Las acciones de su empresa se habían desplomado de la noche a la mañana.