Pero lo que aprendí ese día es que la confianza es una semilla que se planta muy temprano y que crece mucho mejor cuando se nutre con amabilidad y escucha.
Así que ahora, cuando los oigo reír detrás de la puerta, sonrío. Porque en el fondo sé que mi hija no solo ha crecido: se está convirtiendo en una buena persona.
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