Las mollejas son parte del sistema digestivo del pollo y, aunque muchas personas las disfrutan, hay que tener cuidado: si no están bien cocidas, pueden contener bacterias peligrosas como la Salmonella.
Recomendación: Si vas a comer mollejas, asegurate de cocinarlas bien, a temperatura interna segura. Nunca las consumas crudas o poco cocidas. Además, lavá muy bien los utensilios y superficies que hayan estado en contacto con carne cruda.
3. El hígado de pollo
El hígado es una excelente fuente de hierro, vitamina A y otros nutrientes esenciales. Pero también tiene un alto contenido de colesterol. Consumido con frecuencia puede afectar los niveles de colesterol en sangre.
Recomendación: No hay que eliminarlo de la dieta si te gusta, pero sí consumirlo con moderación. Además, como ocurre con las mollejas, es fundamental que esté bien cocido para evitar enfermedades transmitidas por alimentos.
Conservación: Guardá el pollo crudo en un recipiente cerrado y separado de otros alimentos. No lo dejes fuera de la heladera más de dos horas.
Evitar la contaminación cruzada: Usá tablas y cuchillos diferentes para el pollo crudo y los alimentos listos para consumir.
Mejores cortes: Si querés una opción magra y saludable, elegí pechuga sin piel, que es baja en grasa y rica en proteína.
Alternativas si querés evitar ciertos cortes
Pollo sin piel ni vísceras: Elegí partes magras como la pechuga, el muslo deshuesado o el filete de contramuslo.
Sustitutos vegetales: Si estás reduciendo el consumo de carne, existen opciones a base de soja, legumbres o proteínas vegetales que imitan la textura del pollo y son más livianas.
Preguntas frecuentes
¿Puedo comer piel de pollo si la preparo al horno o a la parrilla?
Sí, pero con moderación. Aunque la cocción reduce parte de la grasa, sigue siendo un alimento alto en calorías.
¿Las mollejas son seguras si están bien cocidas?
Sí. Si las preparás correctamente, podés comerlas sin problema. Lo importante es evitar su consumo crudo.
