Él/ella ya no está interesado en tu vida diaria.
Les cuentas tu día, tus deseos, tus alegrías… y, a cambio, ¿te escuchan poco, incluso te muestran indiferencia? El amor se nutre de la curiosidad mutua. Cuando el interés por tu mundo desaparece, el vínculo se debilita.
Tus éxitos ya no le afectan.
¿Se acabaron las felicitaciones, incluso por las pequeñas victorias? Si tu pareja parece indiferente a lo que te enorgullece, podría ser señal de desapego emocional.
Él/ella evita cualquier discusión sobre el futuro.
Proyectos, organización, deseos a largo plazo… ¿todo se vuelve confuso o se evita sistemáticamente? Esta negativa a planificar juntos a menudo delata un retraimiento emocional.
Las tensiones son constantes o sin sentido.
¿Discusiones frecuentes, a veces sin motivo? ¿O, por el contrario, agresión pasiva? Estos tensos intercambios pueden ser la expresión de un profundo malestar, o incluso de una pérdida de amor mal gestionada.
El silencio se vuelve opresivo.

¿Se acabaron las conversaciones reales, los intercambios íntimos, las risas compartidas? Una pareja que ya no se comunica pierde uno de sus pilares esenciales. Y este silencio, lejos de tranquilizarlos, puede distanciarlos.
