Mollejas crujientes de pollo frito sureño: un clásico de la comida soul

Paso 1: Limpiar y marinar

Enjuague bien las mollejas y retire las membranas duras o la grasa.

Remojar en suero de leche con sal, pimienta y cayena. Refrigerar durante 2 horas (o toda la noche) para que queden bien tiernos.

Paso 2: Rebozar en el empanizado sazonado

Mezcle la harina, la harina de maíz y las especias en un tazón grande.

Retire las mollejas de la marinada, deje que escurra el exceso y cúbralas bien con la mezcla seca.

Deje reposar las mollejas rebozadas durante 5 minutos para ayudar a que el empanizado se adhiera.

Paso 3: Freír a la perfección

Calienta el aceite a 175 °C (350 °F) en una sartén profunda o freidora.

Freír las mollejas en tandas pequeñas durante 4-5 minutos, dándoles la vuelta para que se doren uniformemente.
Retirarlas y escurrirlas sobre papel absorbente.

Paso 4: Sirve y disfruta

Se disfruta mejor caliente con salsas para mojar como ranch, mostaza con miel o salsa picante clásica.

Combínalo con acompañamientos sureños como puré de papas, ensalada de col o pan de maíz.

Variaciones de cocina

Hervir antes de freír: cocine a fuego lento durante 30 minutos antes de freír para obtener una textura más tierna.

Opción de parrilla: Marinar y tirar a la parrilla para darle un toque ahumado.

Método de cocción lenta: cocine con cebollas y especias durante horas para obtener un sabor que se derrita en la boca.

Información nutricional (por porción)
Calorías: 250

Proteínas: 20g

Grasas: 12 g

Carbohidratos: 18g

Hierro: 15% de la ingesta diaria recomendada

Por qué son tan amados

Lo que distingue a las mollejas fritas es su textura inigualable: crujientes, masticables y sumamente satisfactorias. Para muchos, son más que comida: son un recuerdo. Un sabor a tradición. Un símbolo de la cocina con alma bien hecha.

Reflexiones finales

Las mollejas de pollo fritas al estilo sureño son las heroínas desconocidas de la comida sureña: económicas, nutritivas y sorprendentemente adictivas. Ya sea que las prefieras crujientes, tiernas o ahumadas, te harán creer en la magia de este plato clásico. Si aún no las has probado, no hay mejor momento para empezar.