No pidas nada. Ni a tus seres queridos. Ni siquiera a tus propios hijos.

Consejos prácticos para vivir sin exigencias
Organiza tus recursos: La planificación financiera es un acto de amor propio. Anticipa gastos, ahorra y cuida lo que tienes para ser libre.

Aprende a resolver problemas básicos: Una mente activa y nuevas habilidades te dan confianza. Desde el uso de la tecnología hasta las reparaciones del hogar, todo ayuda.

Busca apoyo espiritual: La fe, la meditación o la oración fortalecen el alma. No hay condenación ni reproche en ello.

Construir redes de apoyo alternativas: la comunidad, los amigos e incluso los vecinos pueden ofrecer ayuda desinteresada, a menudo más genuina que la de los lazos de sangre.

Acepta con gratitud la ayuda que llega sin pedirla: Cuando la ayuda viene del corazón, se recibe con una sonrisa y sin cargas, y esto fortalece los lazos en lugar de romperlos.

Esta es la manera de vivir con dignidad y fortaleza, sin tener que pedirle nada a los demás.