En un tazón grande, mezcle la harina integral, el azúcar (o miel), la sal, la leche en polvo y la levadura.
Agregue agua tibia o leche y aceite, y mezcle hasta formar una masa homogénea.
Amase durante 10-12 minutos (o 6-7 minutos con una batidora) hasta que la masa esté suave y elástica.
Si la masa se siente pegajosa, agregue 1 o 2 cucharadas de harina; no agregue demasiada o se volverá densa.
Cubre la masa con un paño húmedo y déjala reposar en un lugar cálido de 1 a 1 hora y media, hasta que doble su volumen.
Golpéala para que suelte el aire, forma un pan y colócalo en un molde engrasado de 20×10 cm.
Vuelve a tapar y deja reposar de 45 a 60 minutos más, hasta que llegue al borde del molde.
Pincela ligeramente con leche o aceite.
Hornea en horno precalentado a 180 °C (350 °F) de 30 a 35 minutos, hasta que esté dorada y suene a hueco al golpearla.
Desmolda y unta la superficie con mantequilla para obtener una corteza suave. Deja enfriar completamente antes de cortar.