¿Por qué desapareció?
Porque nuestra comunicación se ha digitalizado: decimos “no” con un emoji, enviamos un guiño, un pulgar hacia arriba, un corazón. El higo no ha desaparecido del todo, pero sobrevive principalmente en recuerdos, anécdotas familiares y ciertas tradiciones locales.
Sin embargo, sigue siendo un símbolo encantador: un mensaje silencioso, una negativa amable, un guiño protector. Una forma de expresar lo que las palabras no siempre se atreven a expresar, una discreta tradición popular que aún perdura. Hoy, encarna una antigua memoria gestual que continúa conmoviéndonos con su sencillez.
