Continúa en la página siguienteEn un estudio de ocho años con más de 1000 participantes, los investigadores utilizaron una prueba olfativa muy sencilla: los participantes solo tenían que rascar muestras perfumadas e identificar olores comunes, como jabón, humo, rosa o cuero. ¿El resultado? Las personas que tenían dificultades para nombrar estos olores presentaban un riesgo significativamente mayor de desarrollar deterioro cognitivo en la edad adulta.
Una puntuación inferior a 8 sobre 12 ya se consideraba una señal de alerta. Combinada con una breve prueba de memoria, esta prueba sensorial demostró ser tan relevante como algunas resonancias magnéticas cerebrales o análisis biológicos mucho más complejos. Un resultado prometedor.
Una valiosa pista para la detección temprana
Continúa en la página siguiente¿La ventaja de esta prueba? Es sencilla, no invasiva, económica y podría realizarse en la consulta del médico sin necesidad de equipos sofisticados. Lo más importante es que ofrecería la posibilidad de identificar a las personas en riesgo antes de que aparezcan los síntomas visibles, lo que facilitaría una intervención más temprana y estrategias de prevención personalizadas.
