
Los tés embotellados o las infusiones caseras demasiado azucaradas a veces son tan perjudiciales como los refrescos. El azúcar añadido, a menudo en forma de jarabe de maíz de alta fructosa, actúa como un postre demasiado
procesado: obstruye el hígado y promueve la inflamación.
Prepara tus propias infusiones, con hojas de menta o limón, sin azúcar o con un toque de miel francesa.
Bebidas energéticas: bombas para el hígado
