Si bien una siesta breve y reparadora puede ser beneficiosa, las siestas largas o a última hora de la tarde pueden alterar el sueño nocturno. Con la edad, nuestro ciclo de sueño-vigilia se vuelve irregular de forma natural. Una siesta prolongada puede desajustar nuestro reloj biológico, dificultando conciliar el sueño más tarde. Esto crea un círculo vicioso de fatiga diurna y despertares nocturnos.
- La solución: limita tus siestas a un máximo de 20 a 30 minutos y tómalas a primera hora de la tarde, idealmente antes de las 3 p.m. Esto te proporciona un rápido impulso de energía sin interferir con tu período principal de sueño.
2. Ignorar un horario de sueño regular
Tu cuerpo necesita rutinas. Acostarte y levantarte a horas diferentes cada día, sobre todo los fines de semana, puede alterar tu ritmo circadiano , el reloj biológico de tu cuerpo. Esta inconsistencia le indica a tu cerebro que no tiene un horario fijo de descanso, lo que provoca un sueño fragmentado y de mala calidad.
- La solución: Acuéstese y levántese a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana. La regularidad es fundamental para que su cuerpo se acostumbre a dormir a una hora específica.
3. Consumir bebidas con cafeína demasiado tarde
4. Utiliza tu dormitorio como una habitación multiusos
Para muchos, el dormitorio se ha convertido en una oficina, una sala de televisión y un rincón de lectura. La línea entre el descanso y la actividad se difumina. El cerebro empieza a asociar la cama con la vigilia y el estrés, no con el sueño. Usar dispositivos electrónicos como tabletas o teléfonos inteligentes en la cama es especialmente perjudicial, ya que la luz azul que emiten puede inhibir la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño.
Solución: Dedica tu habitación a dos cosas: dormir y tener privacidad. Mantén tus materiales de trabajo, televisores y otros dispositivos electrónicos fuera de la habitación. Crea un espacio fresco, oscuro y silencioso para indicarle a tu cuerpo que es hora de descansar.
