Orinar en la ducha suele percibirse como un hábito inofensivo, incluso práctico. Al fin y al cabo, parece sencillo: agua, desagüe, higiene rápida. Pero pocas personas se dan cuenta de que tras la aparente seguridad de este hábito, especialmente para las mujeres, se esconden riesgos reales para la salud.
Cistitis: La amenaza invisible
Uno de los problemas de salud más comunes asociados con orinar en lugares inapropiados es la cistitis. Se trata de una infección del tracto urinario (ITU) que se produce cuando las bacterias entran en la vejiga. Aproximadamente el 20% de las mujeres padecen esta infección al menos una vez en la vida, y muchas experimentan episodios recurrentes.
La vulnerabilidad de las mujeres es mayor desde una perspectiva anatómica: su uretra es significativamente más corta que la de los hombres. Esto permite que las bacterias lleguen a la vejiga mucho más rápidamente una vez que entran en la zona íntima.
¿Qué tiene que ver la ducha con todo esto?
Mucho más de lo que crees.
La orina contiene bacterias que pueden permanecer en el suelo y las paredes de la ducha, incluso con el agua corriendo. Especialmente si el baño es usado por varias personas, esto crea condiciones propicias para la propagación de gérmenes.
Si alguien entra a la ducha poco después de ti, o si sueles ir descalzo, las bacterias se propagan a tus pies y pueden acabar cerca de tu zona íntima. El riesgo de cistitis aumenta considerablemente.
