Tomar uno o dos vasos de agua al levantarte, antes de desayunar, es un hábito sencillo que puede marcar una gran diferencia en cómo te sientes durante el día. Después de varias horas de sueño, el cuerpo ha estado trabajando en procesos de limpieza, reparación y regulación interna, pero no ha recibido líquidos. Por eso, al despertar estamos más deshidratados de lo que pensamos. Empezar el día con agua es como “encender” suavemente al organismo.
1. Reduce la acidez estomacal
Durante la noche, el estómago sigue produciendo jugos gástricos. Cuando hay poca comida en su interior o se cena muy pesado, es común sentir acidez, ardor o reflujo al despertar. Al beber agua en ayunas, ayudas a diluir esos ácidos y a que el contenido del estómago sea menos irritante para la mucosa.
Esto no reemplaza un tratamiento médico si sufres gastritis o reflujo crónico, pero como hábito diario puede aliviar esa molestia ligera de acidez matutina y preparar al estómago para recibir el desayuno.
