Además, si empiezas el día tomando agua, es más fácil continuar hidratándote durante el resto de la jornada.
4. Oxigena la sangre
Cuando el cuerpo está bien hidratado, la sangre tiene una viscosidad adecuada, lo que permite que el oxígeno se transporte con mayor facilidad a todos los tejidos.
Beber agua al despertar ayuda a que el sistema circulatorio funcione de manera más fluida y a que tus músculos y órganos reciban el oxígeno que necesitan para arrancar el día. Esto se traduce en menos sensación de cansancio, sobre todo en las primeras horas de la mañana.
5. Apoya la eliminación matutina
El agua en ayunas actúa como un pequeño “empujón” para el sistema digestivo. Al entrar en el estómago e intestinos, estimula el movimiento intestinal y favorece que el cuerpo elimine residuos acumulados durante la noche.
Quienes tienen tendencia al estreñimiento suelen notar mejora cuando adoptan el hábito de beber agua nada más levantarse. Si además se combina con una alimentación rica en fibra y algo de movimiento físico, el tránsito intestinal se vuelve más regular y cómodo.
6. Regula la temperatura interior
El agua es esencial para mantener una temperatura corporal estable. A través del sudor y la circulación sanguínea, el organismo se enfría o se calienta según lo necesite. Si hay poca agua disponible, ese mecanismo no funciona tan bien.
Al hidratarte en ayunas, ayudas al cuerpo a adaptarse mejor a los cambios de temperatura del ambiente: mañanas frías, días calurosos o cambios bruscos al salir de casa. Esto es especialmente importante si haces ejercicio temprano o trabajas en lugares con aire acondicionado fuerte.
