Cambios en la piel relacionados con el envejecimiento

A medida que envejece, aumenta el riesgo de sufrir lesiones cutáneas. La piel se vuelve más fina, más frágil y se pierde parte de la capa protectora de grasa. También se puede tener menos sensibilidad al tacto, la presión, la vibración, el calor y el frío.

Frotar o tirar de la piel puede causar desgarros. Los vasos sanguíneos frágiles se rompen con facilidad. Incluso después de una lesión leve, pueden formarse moretones, acumulaciones de sangre planas (púrpura) y acumulaciones de sangre elevadas (hematomas).

Las úlceras por presión pueden ser causadas por cambios en la piel, pérdida de la capa de grasa, reducción de la actividad, mala nutrición y enfermedades. Las llagas son más visibles en la superficie externa de los antebrazos, pero pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo.

La piel envejecida se repara más lentamente que la piel joven. La cicatrización de las heridas puede ser hasta cuatro veces más lenta. Esto contribuye a la aparición de úlceras por presión e infecciones. La diabetes, los cambios en los vasos sanguíneos, la disminución del sistema inmunitario y otros factores también afectan la cicatrización.

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