Es alta en agua, por lo que aporta hidratación al cuerpo y ayuda a que las preparaciones resulten jugosas. Esta misma cantidad de agua, junto con minerales y fibra, favorece la eliminación de toxinas y apoya el funcionamiento de los riñones.
La cebolla blanca también se considera beneficiosa para el sistema respiratorio, pues sus compuestos pueden contribuir a reducir la producción de flemas y a aliviar la congestión ligera. Por eso, en muchos remedios caseros se usa cebolla en jarabes o mezclas con miel y limón.
Al igual que la morada, ayuda a mejorar la circulación sanguínea, lo que se traduce en un mejor aporte de oxígeno y nutrientes a los tejidos. Incluso se ha asociado con el control de los niveles de azúcar en sangre, especialmente cuando forma parte de una alimentación equilibrada, rica en fibra y baja en azúcares refinados.
En época de cambios de clima, la cebolla blanca puede colaborar en aliviar los síntomas de resfriado, como el malestar general o la congestión, gracias a sus compuestos sulfurosos y su efecto suavemente expectorante.
Por último, algunas variedades de cebolla contienen minerales como el calcio, que contribuye a fortalecer dientes y huesos. Aunque no es la fuente principal de calcio en la dieta, suma un pequeño aporte cuando la consumimos de manera habitual.
