1. Notas o cartas escritas a mano
Ya sea una tarjeta que una vez te enviaron, una nota adhesiva en el refrigerador o una carta guardada en un cajón, estos escritos a mano son profundamente personales. Contienen los pensamientos de tu ser querido, en sus propias palabras, con su propia letra. Con el tiempo, leerlos puede evocar lágrimas, pero también consuelo y calidez.
Mucha gente se arrepiente de tirarlos en un momento de tristeza. Consérvalos. Algún día, podrían significar más de lo que imaginas.
2. Grabaciones de voz o mensajes de voz
En la era digital, a menudo pasamos por alto el poder de la voz. Ese breve mensaje de voz que nos dejaron —”Llámame cuando puedas” o “Te quiero, nos vemos pronto”— puede parecer insignificante ahora. Pero cuando se van, se convierten en un recuerdo vivo. Su tono, su risa, su forma de decir tu nombre: todo queda grabado en ese pequeño clip.
Guárdalo. Haz una copia de seguridad. Quizás lo reproduzcas cuando más lo extrañes.
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