La Sinhá Tuvo Trillizos y Mandó a la Esclava Desaparecer con el que Nació Más Oscuro

Las piezas encajaron: el niño tenía su misma edad, la historia del hermano muerto, el parecido físico. La sospecha se convirtió en una duda terrible.

Una tarde de diciembre, los mellizos confrontaron a su madre.

 

“Madre”, comenzó Benedito, “usted nos mintió sobre el hermano que murió”.

Amelia dejó caer la taza de té. Palideció.

“Lo sabemos, madre”, dijo Bernardino. “Lo vimos. Hay un niño escondido. Benedita lo cuida. Es nuestro hermano, ¿verdad?”

El silencio fue ensordecedor. Amelia rompió a llorar, su cuerpo sacudido por sollozos. “Sí”, susurró, derrotada. “Sí, es vuestro hermano. Nació con ustedes, pero él era diferente… piel más oscura. Tuve miedo. Miedo de vuestro padre… Ordené a Benedita desaparecerlo”.

“¿Usted mandó matar a nuestro hermano?”, preguntó Benedito, horrorizado.

Esa misma noche, Benedito, lleno de rabia, entró en el despacho de su padre. “Padre, usted tiene otro hijo. No murió. Está vivo, escondido. La madre mandó a Benedita desaparecerlo porque nació con la piel más oscura”.