4. Azúcar refinado y bebidas azucaradas
El azúcar es un “amigo” desde la infancia: helados, limonadas, postres. Pero con los años, este “amigo” a menudo se convierte en un traidor.
Su consumo excesivo provoca inflamación, obesidad y resistencia a la insulina, afecciones en las que las células comienzan a comportarse de forma anormal.
Según un estudio publicado en el British Medical Journal, tan solo 100 ml adicionales de una bebida dulce al día aumentan el riesgo de cáncer en un 18 %.
5. Alimentos de harina blanca y carbohidratos refinados
Pan, pasta, dulces: todo esto se convierte rápidamente en glucosa y provoca fluctuaciones bruscas de azúcar e insulina. Estas fluctuaciones crean un entorno propicio para las mutaciones.
Las mujeres que consumen más carbohidratos refinados tienen mayor riesgo de cáncer de mama.
Una alternativa: los productos integrales: aportan energía gradualmente y contienen vitaminas y fibra.
6. Alimentos fritos y grasas trans
Las papas fritas, las alitas de pollo o las hamburguesas fritas pueden parecer apetitosas, pero el cuerpo paga un alto precio.
Las grasas trans causan inflamación crónica y dañan las células. La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer las ha vinculado con un mayor riesgo de cáncer de ovario y otros tumores.
El cuerpo no necesita grasas trans en absoluto, y se encuentran en casi todas las comidas rápidas.
7. Alcohol
Desde una copa de vino hasta una comida festiva, el alcohol forma parte de la cultura. Sin embargo, según los médicos, no existe una dosis segura para la prevención del cáncer.
La OMS lo relaciona con el cáncer de hígado, intestino, mama y otros órganos. Daña el ADN, altera el equilibrio hormonal y facilita la penetración de carcinógenos en las células. En combinación con el tabaco, el riesgo se multiplica.
