Esa copita de vino por la noche interrumpe tu sueño.
Contrariamente a la creencia popular, el alcohol no favorece el sueño. Puede proporcionar relajación inicial, pero luego altera el ciclo sueño-vigilia y provoca despertares en mitad de la noche. El cuerpo, ocupado eliminando el alcohol, impide las fases de sueño profundo.
Opte por una infusión relajante (manzanilla, verbena o tilo) y asegúrese de mantenerse bien hidratado durante todo el día.
Si tiene dificultad para respirar durante la noche
y se despierta sintiendo que no puede respirar, podría ser señal de un trastorno respiratorio como la apnea del sueño. No se preocupe: una simple prueba a menudo puede identificar la causa. Un
sueño tranquilo también depende de una respiración suave y regular durante toda la noche.
Tu metabolismo está a toda velocidad.
Sudoración, palpitaciones, despertares repentinos… A veces, una tiroides hiperactiva puede ser la causa. Un análisis de sangre puede confirmarlo.
Mientras tanto, adopta una rutina relajante para la hora de dormir: infusión caliente, lectura ligera, luz tenue y, sobre todo, nada de pantallas en la cama.
Estás comiendo demasiado tarde (o no lo suficiente).
Una cena copiosa obliga a tu cuerpo a digerir cuando debería estar descansando. Por el contrario, acostarse con el estómago vacío puede provocar una bajada de azúcar en sangre durante la noche.
Lo ideal es comer algo ligero, rico en verduras y proteínas magras, al menos dos horas antes de acostarte. Y si te da un poco de hambre, un yogur natural o un plátano te vendrán de maravilla.
Tus piernas se niegan a quedarse quietas. ¿
Sientes hormigueo o una necesidad irresistible de moverlas? Quizás sufras el síndrome de piernas inquietas. Este trastorno afecta a muchas personas, especialmente durante períodos de fatiga o deficiencia de hierro.
