Un estudio destaca una posible correlación con el desarrollo del autismo.

¿En concreto? Los investigadores realizaron experimentos con ratones preñados con diferente microbiota intestinal. Aquellas cuya microbiota promovió una respuesta inflamatoria más pronunciada (con mayor IL-17a) dieron a luz crías con comportamientos similares a los observados en los trastornos del espectro autista: movimientos repetitivos, aislamiento social, etc.

¿Existe una relación entre la flora intestinal y el comportamiento?

En una segunda fase, los investigadores intentaron un experimento sorprendente: realizaron un trasplante fecal (sí, literalmente) entre ratones. El resultado: aquellos que recibieron una microbiota proinflamatoria desarrollaron comportamientos similares a los asociados con el autismo.

¿La implicación? La microbiota materna podría modificar el sistema inmunitario del bebé, influyendo así en el desarrollo cerebral. Esta hipótesis aún necesita refinarse, pero abre  nuevas vías  para comprender mejor algunos de los mecanismos aún poco claros del autismo.